El cáncer de próstata es el segundo tumor más común entre los hombres de todo el mundo y afecta sobre todo a varones de edad avanzada. Según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), en nuestro país se producen 1.276.106 casos nuevos cada año. No existe una estrategia confirmada que ayude a su prevención, pero sí se sabe que la «dieta» puede jugar un papel importante a la hora de ponerle freno. Y en este sentido se acaba de publicar un nuevo estudio que confirma cómo debe ser la alimentación diaria para reducir el riesgo de padecer la enfermedad.
Distintos grupos de científicos han estudiado el papel que pueden ejercer ciertas sustancias tanto protectoras como inductoras de la patología.
En el nuevo trabajo liderado por John Sin, de la Clínica Mayo de EE. UU., y publicado en la Journal of The American Osteopatic Association, se llevó a cabo una revisión de 47 estudios con más de un millón de participantes desde 2016. Los autores destacan que el consumo de alimentos a base de plantas está asociado a un menor riesgo de cáncer de próstata.
Los científicos analizaron aparte de los 47 estudios una serie de alimentos como:
Frutas, verduras, nueces, legumbres, granos enteros, carnes rojas, carnes procesadas, carnes blancas, leche, queso, mantequilla/crema, yogur y huevos.
Los datos demuestran que al contrario que los alimentos vegetales, las carnes rojas y los productos lácteos sí elevaban el riesgo de desarrollar la enfermedad. Por el contrario, no se encontró una relación clara con otros productos como los huevos o el pescado.
Sin embargo, la literatura científica ha descrito algunos «protectores» de la enfermedad:
Licopeno: un estudio de revisión, publicado en Medicine, con 563.299 participantes ha constatado que niveles elevados de licopeno circulante reducen significativamente el riesgo de sufrir la enfermedad. Esta sustancia química, que existe de forma natural en frutas y verduras y les otorga a estas el color rojo, ha sido descrita en más de una ocasión por sus innumerables beneficios. Así, un estudio publicado en Nutrición Hospitalaria constata que «la ingesta de licopeno puede considerarse como una medida preventiva y terapéutica no farmacológica para diferentes tipos de enfermedades».
Luteína: un tipo de vitamina llamado carotenoide. Está relacionada con el betacaroteno y la vitamina A. Los alimentos ricos en luteína incluyen el brócoli, la espinaca, el pimiento anaranjado, el kiwi, las uvas, el zumo de naranja o las calabazas. Los estudios también han demostrado que contribuye a reducir el cáncer de próstata, pero también el de mama, cuello de útero, colorrectal, esófago o pulmón, según la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU.
Selenio: Como aclara el equipo del Hospital de Getafe en su artículo, «el selenio a diferentes dosis tiene diferentes actividades anticarcinogénicas incluyendo protección antioxidante, freno del metabolismo carcinogénico, estimulación inmunitaria y apoptosis». En los pacientes que tomaron selenio, se objetivó una reducción en la tasa de cáncer de próstata del 66 % en comparación con los del grupo placebo.
Vitamina E: El estudio más convincente sobre el papel protector de la vitamina E contra el cáncer de próstata fue el Estudio de prevención de cáncer por alfa-tocoferol y beta-caroteno (ATBC). En él, fumadores finlandeses recibieron 50 mg de vitamina E y presentaron una reducción del 33 % en incidencia de cáncer de próstata y una reducción del 41 % en la mortalidad por dicha enfermedad.
Vitamina D: Existen estudios que indican que la forma activa de la vitamina D, la 1,25-dihidroxicolecalciferol o calcitrol, a dosis bajas estimula el crecimiento de células LNCaP, mientras que a dosis más altas (>10-9 mol/l) inhibe la carcinogénesis prostática.
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