El eje intestino-cerebro y la microbiota son de gran importancia en nuestra salud. Veamos lo que son y las implicaciones que tienen a través de este estudio.
Eje intestino-cerebro
Este eje está formado por la microbiota, el sistema nervioso entérico, el sistema nervioso autónomo, el sistema neuroendocrino, el sistema neuroinmune y el sistema nervioso central.
La relación entre ambas partes del eje parece que se ejerce a través de diversas vías de comunicación, como el nervio vago, el sistema circulatorio y el sistema inmune.
Este complejo eje conforma un sistema de comunicación neurohumoral bidireccional conocido desde hace tiempo. Así, existe una correlación entre las alteraciones de la microbiota y la encefalopatía hepática, la ansiedad, el autismo o el colon irritable. En estas enfermedades existe una disbiosis (cambios en la composición normal de la microbiota) que genera cambios en la motilidad gastrointestinal, afecta a las secreciones y produce una hipersensibilidad visceral. En estas circunstancias se ven alteradas las células neuroendocrinas y las del sistema inmune, modificando la liberación de neurotransmisores, lo que se podría traducir en las diferentes manifestaciones psiquiátricas.
De esta manera se puede postular la comunicación bidireccional en este eje intestino-cerebro: la microbiota afecta al comportamiento humano y, a su vez, alteraciones en él producen cambios en la microbiota.
Microbiota
Se denomina microbiota al conjunto de millones de microorganismos que conviven de manera simbiótica en nuestro organismo. Este conjunto bacteriano, que se localiza principalmente en el tracto digestivo, se distribuye a lo largo de los diferentes órganos en función de las propiedades químicas. Los factores que influyen en su composición son múltiples (dieta, hábitos, deporte, fármacos). La microbiota colabora en varias funciones, como pueden ser el metabolismo o la inmunidad.
Composición de la microbiota
Se calcula que el número total de microorganismos que componen la microbiota es de 10 × 1014, lo que supone una cantidad diez veces mayor que el número total de nuestras células. La composición de la microbiota no es estática y debe adaptarse al lugar donde reside y a las funciones que desarrolla. Asimismo, esta composición se verá afectada por la dieta, los estilos de vida o el consumo de antibióticos, entre otros factores.
Además, la microbiota de un individuo varía a lo largo de su vida. Así, en los primeros años, se ve condicionada por el tipo de parto o de lactancia (artificial o materna). Ya en la edad adulta se ve modificada por los estilos de vida, los hábitos dietéticos, etc.
Funciones de la microbiota
En el momento actual son muchos los aspectos que se desconocen sobre el funcionamiento de esta. Sin embargo, su papel es crucial en los sistemas inmunitario, metabólico y hormonal, así como en la relación eje intestino-cerebro.
Conforme se ahonda en el entendimiento del eje intestino-cerebro se establece una relación entre la microbiota y las enfermedades neurodegenerativas. Estudios en ratones demuestran que la microbiota es fundamental para un desarrollo cognitivo normal. Y cuando se produce una disbiosis, pueden verse alteradas las concentraciones de ciertas moléculas. Esto podría justificar en parte la aparición de diferentes enfermedades, como pueden ser trastornos del comportamiento, la ansiedad, la enfermedad de Alzheimer o el autismo.
En definitiva, un mayor conocimiento sobre la microbiota puede ayudar, por un lado, a abrir nuevas líneas de investigación que ayuden a mejorar su patogenia y, por otra, a establecer futuras estrategias terapéuticas.
Conclusiones
En los últimos años se ha puesto de relieve el papel bidireccional de la microbiota del tracto digestivo y del sistema nervioso central. Es el denominado eje intestino-cerebro.
Aunque aún quedan muchas incógnitas por esclarecer, este eje se postula como una posible base patógena para numerosos trastornos neurológicos de gran impacto sanitario, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple. En el momento actual se están llevando a cabo estudios que intentan evaluar el impacto de los probióticos sobre algunas de estas enfermedades neurológicas.
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