Qué es el sobrepeso y cómo saber si lo tienes
El sobrepeso no es solo una cuestión estética, ni una etiqueta médica. Es una señal de que algo en tu cuerpo (y muchas veces en tu mente) está fuera de equilibrio. Técnicamente, se considera sobrepeso cuando el Índice de Masa Corporal (IMC) está por encima de 25, pero detrás de ese número hay muchas historias, emociones, hábitos y circunstancias personales.
La mayoría de personas con sobrepeso no llegaron ahí por una sola razón. Puede ser por una combinación de estrés, falta de tiempo, alimentación emocional, sedentarismo, o incluso por sentirse perdidas con tanta información contradictoria. Y sí, muchas veces uno se siente frustrado porque después de probar mil métodos, el resultado es el mismo: kilos que vuelven, motivación que se esfuma y autoestima que se apaga.
«He visto en mi círculo cercano cómo el sobrepeso ha afectado su salud de manera significativa. Sus patologías han aumentado, ya no hacen actividad física, el ánimo también se afecta, muchos alegan que no encuentran una solución real a su sobrepeso y que ya no creen en lo que les dicen.»
Esta es una realidad silenciosa que afecta a miles de personas en España. Por eso, hablar del sobrepeso con franqueza, sin tapujos ni culpas, es el primer paso para entenderlo… y empezar a cambiarlo.
Causas del sobrepeso más comunes hoy en día
Una de las grandes trampas cuando se habla de sobrepeso es pensar que todo se reduce a “comer menos y moverse más”. Ojalá fuera tan sencillo. En la práctica, el cuerpo humano, nuestras emociones, nuestro entorno y nuestra rutina diaria tienen un papel mucho más complejo.
Estas son algunas de las causas más frecuentes que contribuyen al sobrepeso hoy:
Estilo de vida sedentario: en España, más del 35% de la población adulta no hace ejercicio físico regularmente. Y el trabajo de oficina, las pantallas, el coche, y la comodidad de pedir comida desde el móvil no ayudan precisamente.
Alimentación emocional: muchas veces comemos no por hambre, sino por ansiedad, estrés, aburrimiento o tristeza. Y en esos momentos, rara vez elegimos una ensalada. Es más fácil calmar la angustia con algo dulce o grasoso.
Malas recomendaciones: las dietas milagro, los influencers sin formación, y los gurús del “pierde 5 kilos en 7 días” hacen más daño que bien. Crean falsas expectativas y cuando no funcionan, generan culpa y frustración.
Problemas hormonales o metabólicos: el sobrepeso puede estar vinculado a trastornos hormonales como hipotiroidismo, resistencia a la insulina o síndrome de ovario poliquístico. En estos casos, bajar de peso es mucho más difícil y requiere un enfoque médico especializado.
Falta de educación nutricional: o es que la gente no quiera cuidarse, es que a menudo no sabe por dónde empezar. No nos enseñan a leer etiquetas, a cocinar saludable ni a entender cómo afecta el azúcar o los ultraprocesados a nuestro cuerpo.
Cada persona tiene su propia historia con el sobrepeso, y culparse solo empeora las cosas. Lo importante es dejar de buscar soluciones rápidas y empezar a construir un enfoque más real, más humano, más sostenible.
Cómo el sobrepeso afecta tu salud física y emocional
El sobrepeso no se queda solo en la báscula. Con el tiempo, empieza a afectar en todos los aspectos de la vida: la salud física, el estado de ánimo, la motivación y la forma en que una persona se relaciona consigo misma y con los demás.
Y lo más duro es que muchas veces estos efectos aparecen de forma silenciosa. Uno empieza con fatiga, luego con dolor en las rodillas, dificultad para dormir, y sin darse cuenta, se encuentra en un estado de agotamiento permanente.
Efectos físicos comunes:
Aumento de enfermedades crónicas: diabetes tipo 2, hipertensión, colesterol alto, apnea del sueño, problemas articulares.
Disminución de la energía: actividades cotidianas como subir escaleras o caminar se vuelven pesadas.
Cambios hormonales y metabólicos: resistencia a la insulina, inflamación sistémica, desajustes del cortisol.
Problemas digestivos y circulatorios: digestiones pesadas, retención de líquidos, varices.
«Sus patologías han aumentado, ya no hacen actividad física, el ánimo también se afecta…»
Cuando uno arrastra peso extra día tras día, literalmente y emocionalmente, se empieza a apagar. Y eso nos lleva al otro impacto del sobrepeso: el emocional.
Impacto emocional:
Pérdida de motivación y esperanza: se entra en un círculo vicioso donde nada parece funcionar.
Aislamiento social: por vergüenza o inseguridad, muchas personas se alejan de eventos, salidas, o incluso relaciones de pareja.
Baja autoestima: el espejo deja de ser amigo, y la ropa se convierte en un recordatorio constante.
Desconfianza hacia la ayuda externa: médicos, nutricionistas o gurús que prometen soluciones que nunca llegan.
«…muchos alegan que no encuentran una solución real a su sobrepeso y que ya no creen en lo que les dicen.»
Este punto es clave. El sobrepeso no solo pesa en el cuerpo, también pesa en la confianza. Y sin confianza, es muy difícil comenzar cualquier cambio.
La frustración de no encontrar soluciones reales
Aquí es donde la mayoría de las personas que luchan contra el sobrepeso terminan por rendirse. Han probado dietas, pastillas, ayunos, batidos, retos en redes sociales, grupos de apoyo, y la lista sigue. Pero el resultado suele ser el mismo: frustración.
¿Por qué?
1. Promesas irreales
Perder “5 kilos en una semana” es un titular llamativo. Pero el cuerpo humano no funciona con atajos. Todo lo que baja rápido, sube igual o más rápido. Es un juego injusto.
2. Falta de personalización
Cada cuerpo es distinto. Lo que funciona para uno puede ser perjudicial para otro. Sin un enfoque individualizado, cualquier intento de cambio se queda corto.
3. Enfoque solo físico
Casi todas las soluciones se centran en lo físico: dieta y ejercicio. Pero muy pocas hablan de la parte emocional. Y sin trabajar eso, cualquier cambio se derrumba al primer contratiempo.
4. Cansancio psicológico
Después de tantos intentos fallidos, es lógico perder la fe. Esa desilusión se convierte en una barrera que impide intentarlo una vez más, aunque esta vez sí pueda funcionar.
«Ya no creen en lo que les dicen.»
Y este punto es brutal. Porque cuando se pierde la confianza, no es que no haya soluciones… es que ya no creemos que podamos aplicarlas. Por eso es tan importante reconectar con uno mismo, entender lo que pasa dentro y fuera del cuerpo, y empezar desde ahí.
¿Por qué muchas dietas no funcionan?
Una de las verdades incómodas del mundo del sobrepeso es esta: las dietas no funcionan a largo plazo para la mayoría de las personas.
Sí, pueden ayudarte a bajar kilos al principio, pero ¿cuántas veces has escuchado o vivido lo de “bajé 10… y subí 12”? Aquí te explico por qué pasa:
1. Dietas restrictivas y desequilibradas
Cortar todos los carbohidratos, pasar hambre o comer solo a base de batidos no es sostenible. El cuerpo se adapta, ralentiza el metabolismo y luego, cuando comes normal otra vez… recuperas todo.
2. No enseñan a comer
Una dieta te da un menú, pero no te enseña a elegir, ni a entender tu hambre real, ni a cocinar, ni a enfrentar una comida social. Te vuelve dependiente, no libre.
3. Ignoran la parte emocional
Nadie habla de por qué comes de más. ¿Estrés? ¿Ansiedad? ¿Vacío? ¿Autoestima? Si no se trabaja eso, da igual lo que pongas en el plato.
4. No consideran tu realidad diaria
Un padre o madre que trabaja, cuida hijos y tiene mil cosas no puede seguir una dieta de “5 comidas al día con 20 minutos de cocina por plato”. La vida real no está pensada para planes inflexibles.
Por eso, el enfoque debe ser a largo plazo, flexible, realista y compasivo. No se trata de hacer dieta, se trata de aprender a cuidarse sin castigarse.
El impacto del sobrepeso en la vida diaria
Más allá de los análisis médicos y los números del IMC, lo que más duele del sobrepeso es lo que pasa en el día a día. Lo que afecta tu forma de vivir, moverte, disfrutar, relacionarte… y sobre todo, cómo te ves a ti mismo.
¿Cómo se manifiesta esto?
Ropa que ya no entra o incomoda. Cambiarse se vuelve una batalla diaria con el espejo. Muchas personas terminan usando siempre lo mismo por no sentirse cómodas con nada.
Evitar lugares o situaciones sociales: piscinas, playas, gimnasios, incluso cenas con amigos pueden convertirse en momentos incómodos por miedo al juicio.
Agotamiento físico constante: estás más cansado, sudas más, te cuesta moverte. Las tareas cotidianas pesan… literalmente.
Limitaciones en planes o hobbies: cosas que antes disfrutabas —caminar, bailar, viajar— ahora parecen demasiado exigentes.
Vergüenza en espacios públicos: subir a un autobús, sentarse en una silla, entrar en una tienda… se vuelve terreno minado de pensamientos negativos.
El problema no es solo el sobrepeso. Es que te quita cosas. Te aleja de lo que antes hacías con normalidad. Y eso desgasta. Porque cuando pierdes la energía y la ilusión, cuesta mucho encontrar el impulso para volver a empezar.
Pero hay algo que casi nadie te dice: sí puedes recuperarlo. No todo de golpe, ni perfecto, pero sí paso a paso. Lo importante es no resignarse.
Hábitos simples que ayudan a recuperar el control
Cambiar no tiene que ser una revolución de un día. Puede ser una acumulación de pequeñas decisiones sostenidas que, con el tiempo, transforman todo. Aquí te compartimos hábitos simples que pueden marcar una gran diferencia:
1. Moverte un poco cada día
No necesitas ir al gimnasio ni correr maratones. Caminar 20 minutos, bailar en casa, hacer estiramientos. Empieza donde estés, con lo que puedas. El movimiento es medicina.
2. Dormir mejor
El mal descanso afecta el hambre, el metabolismo y el ánimo. Intenta crear una rutina: menos pantallas antes de dormir, una hora fija para acostarte, y un ambiente más relajado.
3. Beber más agua
Muchas veces confundimos sed con hambre. Tener una botella de agua a mano puede ayudarte a controlar los antojos y sentirte con más energía.
4. Aprender a escuchar tu cuerpo
Pregunta: ¿tengo hambre real o emocional? ¿Estoy cansado o ansioso? Este tipo de autoconciencia marca el inicio de un cambio más profundo.
5. Cuidar lo que te dices a ti mismo
Evita frases como “no puedo”, “ya estoy perdido”, “nunca lo lograré”. Cada palabra que te dices deja huella. Trata de hablarte como hablarías a alguien que quieres.
«Muchos alegan que no encuentran una solución real…»
Tal vez no han encontrado “la solución mágica”, pero pueden empezar con un pequeño compromiso con ellos mismos. Algo tan simple como moverse 10 minutos al día o comer más despacio ya es un acto de autocuidado.
El papel del ejercicio (aunque no te guste al principio)
Lo sé. Hablar de ejercicio cuando te sientes pesado, cansado o desmotivado suena casi a burla. Pero no estamos hablando de entrenar dos horas ni de tener un “cuerpo fit de Instagram”.
Estamos hablando de mover el cuerpo para que no duela tanto vivir dentro de él.
¿Por qué el ejercicio ayuda tanto?
- Libera endorfinas, mejora el estado de ánimo y combate la depresión.
- Aumenta la energía, aunque al principio parezca que la consume.
- Activa el metabolismo, lo que ayuda a regular el peso corporal.
- Reduce el estrés y mejora la calidad del sueño.
- Te devuelve el control. No es solo moverse, es demostrarte que puedes volver a hacer cosas por ti.
Y lo mejor es que no tienes que empezar motivado. Empieza con pereza si hace falta. Pero empieza. Porque el movimiento genera energía, y esa energía puede cambiar tu día… y luego tu vida.
Consejo realista: encuentra algo que disfrutes (aunque sea caminar escuchando música), hazlo 3 veces por semana 20 minutos, y comprométete contigo mismo. No por estética. Por salud, por bienestar, por ti.
Cómo volver a confiar en ti y en tu cuerpo
Recuperar la confianza cuando llevas tiempo lidiando con el sobrepeso no es fácil, pero es absolutamente posible. Aquí va algo importante: no se trata solo de “creer en ti” de forma vacía. Se trata de hacer cosas pequeñas que te lo demuestren.
Y está bien. Tal vez lo que te dijeron no sirvió. Tal vez fueron promesas vacías. Pero ahora no se trata de lo que digan otros, sino de cómo puedes reconectar contigo mismo.
Claves para reconstruir esa confianza:
Celebrar pequeñas victorias: ¿Fuiste a dar un paseo? ¿Tomaste agua en vez de refresco? ¿Comiste un plato equilibrado? Eso también cuenta. No todo es perder kilos.
Cuidar tu diálogo interno: cuando te mires al espejo, intenta buscar algo positivo. Aunque sea mínimo. Ese músculo que vuelve a notarse, esa energía que te hizo levantarte hoy…
Entender que el proceso no es lineal: habrá días buenos y días malos. No lo midas todo por la báscula. Mídelo por cómo te sientes, por tu constancia, por tu compromiso.
Rodéate de personas que sumen: Tu entorno influye mucho. Alejarse de quien te juzga y acercarte a quien te apoya es fundamental.
No tienes que creer que vas a lograr todo. Solo tienes que creer que puedes empezar.
Reflexiones finales: romper el ciclo del sobrepeso sin culpas
El sobrepeso no es una condena, ni una vergüenza, ni un defecto. Es una señal de que algo necesita atención, cuidado, tiempo y respeto. No de los demás. Tuyo.
No estás solo en esto. En España, más del 53% de los adultos tiene exceso de peso. Y lo más duro no es lo que pesa en el cuerpo, sino lo que pesa en el corazón: la decepción, la frustración, el juicio, la resignación.
Pero también hay algo muy importante que no podemos olvidar:
«He visto en mi círculo cercano cómo el sobrepeso ha afectado su salud de manera significativa…»
Ese testimonio nos recuerda que esto va más allá de lo físico. Se trata de salud, de dignidad, de calidad de vida.
Por eso, si estás leyendo esto, quiero que sepas algo muy claro:
Puedes salir de ahí. Paso a paso. Sin dietas imposibles. Sin culpas. Sin compararte. Solo contigo, volviendo a creer en ti.
Tú no eres el número en la báscula. Eres una persona que merece sentirse bien, con energía, con salud y con libertad.
Y si lo has intentado antes y no funcionó, no pasa nada. Este puede ser el primer paso que sí funcione. Porque esta vez no es una dieta. Esta vez, es por ti. Para ti. Contigo.
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