alimentación emocional

Comer por hambre o por placer

Comer por hambre o por placer 1920 1280 Richard Vera

Comer en exceso, ya sea guiado por el hambre o por el placer, generalmente conduce a la obesidad. Muchas veces comemos no porque tengamos hambre, sino por presiones sociales o porque la comida es tan apetecible que, aunque estemos llenos, solo queremos otro bocado.

La obesidad afecta aproximadamente al 42 % de los adultos en los EE. UU., según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Un artículo publicado en Neuroscience News nos habla de una investigación llevada a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de Baylor. En este estudio se investigó cómo el cerebro regula la alimentación provocada por el hambre u otros factores.

Se ha visto que la regulación de estos comportamientos de alimentación (comer por hambre o por placer) implica diferentes circuitos cerebrales

¿Qué significa esto?

El cerebro regula tanto la alimentación por hambre como por placer a través de neuronas productoras de serotonina en el mesencéfalo. Sin embargo, los diferentes tipos de alimentación están conectados por circuitos independientes que no influyen en el otro tipo de alimentación.

El equipo de investigadores identificó dos circuitos cerebrales distintos formados por neuronas productoras de serotonina en el mesencéfalo. Uno de los circuitos se extiende hasta el hipotálamo, mientras que el otro se proyecta hacia otra región del mesencéfalo. Estos circuitos juegan papeles muy distintos en la regulación de la alimentación.

Descubrieron que el circuito que se proyecta hacia el hipotálamo regula principalmente la alimentación impulsada por el hambre, pero no influye en la alimentación no impulsada por el hambre. El otro circuito que se proyecta hacia el mesencéfalo regula principalmente la alimentación no impulsada por el hambre, pero no el otro.

Otros resultados

Otra contribución significativa de este trabajo es la identificación de posibles dianas moleculares asociadas con los circuitos que podrían usarse para tratar la sobrealimentación.

Descubrieron que dos receptores de serotonina (2C y 1B) están involucrados en ambos tipos de comportamiento alimentario. Pero, por otro lado, identificaron otros canales iónicos que están asociados a los diferentes comportamientos alimentarios. Por ejemplo, el receptor GABA A, un canal de cloruro, se considera importante en la regulación de los circuitos de serotonina durante la alimentación impulsada por el hambre, pero no durante la alimentación no impulsada por el hambre. Y el otro es un canal de potasio que influye en la alimentación desencadenada por señales independientes del hambre, pero no por la alimentación impulsada por el hambre. Es decir, estos tienen funciones distintas en el comportamiento de alimentación, por tanto, también podrían ser candidatos objetivo para regular la sobrealimentación.

Estos hallazgos han alentado a los investigadores a realizar estudios futuros. Con el objetivo de identificar más moléculas que podrían modular la actividad de los canales iónicos para producir efectos contra la sobrealimentación.

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La Alimentación Emocional

La Alimentación Emocional 1920 1280 Richard Vera

La alimentación emocional o comer emocionalmente consiste en comer (normalmente en exceso) en respuesta a emociones negativas.

Sobre todo, estas emociones negativas pueden ser ansiedad, estrés, miedo, tristeza, preocupación, inquietud, etc. Todas ellas nos pueden llevar a compensar o mitigar ese malestar a través de la comida. Esta manera de gestionar las emociones, por supuesto, no es la ideal ni para nuestro peso, ni para nuestra salud física, mental y emocional.

La alimentación emocional es un mecanismo de afrontamiento poco saludable que es difícil de controlar.

Alimentación Emocional

Existen numerosos estudios que examinan este fenómeno, pero este en concreto nos muestra lo siguiente: para algunas personas, la alimentación emocional contribuye al aumento de peso y dificultades para perderlo. Sin embargo, también hay muchas personas que se involucran en la alimentación emocional y mantienen un peso normal.

Veamos cómo podemos regular este mecanismo.

Los resultados de este análisis muestran lo siguiente: los participantes respaldaron el uso de actividad física, el control de sus conductas alimentarias y la participación en estrategias alternativas de reducción del estrés y afrontamiento para mitigar los efectos de su alimentación emocional y conservar su peso.

En conclusión, estos hallazgos tienen implicaciones para ayudar a los consumidores emocionales que tienen sobrepeso u obesidad a regular su peso y mejorar su salud a través del ejercicio, la alimentación consciente, la regulación de las emociones y otras estrategias de reducción del estrés.

Además, sabemos que el sobrepeso y la obesidad son problemas cada vez más comunes en la sociedad actual. Y parte de la causa es la mala gestión emocional que se hace (entre otras como el sedentarismo o la mala alimentación). Por tanto, es habitual comer emocionalmente y perpetuar un peso inadecuado para nuestra salud.

Más concretamente, hablaremos de la eficacia de la alimentación consciente para reducir la alimentación emocional.

Alimentación Consciente

Otro estudio propone un programa de alimentación consciente, con intervenciones basadas especialmente en el mindfulness, para reducir la alimentación emocional en adultos con sobrepeso y obesidad.

Este programa consta de múltiples ejercicios:

  • Prácticas de respiración.
  • Mindfulness y atención plena.
  • Aprender a distinguir la alimentación emocional de la alimentación física.
  • Atención a las señales corporales.
  • Toma de conciencia de las señales de hambre y saciedad.
  • Práctica de escaneo corporal.
  • Movimientos conscientes y elección consciente.
  • Disminución del ritmo de la alimentación.
  • Detenerse en medio de la comida.
  • Saber cuándo dejar de comer.
  • Autoaceptación y atención a nuestra voz interior.

Si quieres regular tu peso y acabar con la alimentación emocional haz clic aquí.

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