Un grupo de investigadores de la Universidad de Oviedo determina que las bacterias del intestino varían en función de la actividad física que se realice
Un estudio publicado en la revista Frontiers in Physiology muestra que la microbiota intestinal, el conjunto de bacterias que viven en nuestro intestino, varía en función del ejercicio físico que se practique. Esta investigación ayuda a comprender cómo la actividad física puede actuar sobre las bacterias del intestino. Lo que tendría aplicaciones realmente importantes en el futuro para la prevención de enfermedades que pueden alterar estos microorganismos, esenciales para el mantenimiento de la salud.
La profesora de Fisiología del Departamento de Biología Funcional de la Facultad de Medicina, Cristina Tomás Zapico, recuerda que la práctica de ejercicio físico regular se asocia históricamente a un menor riesgo de mortalidad y a una menor incidencia de patologías crónicas muy prevalentes en los humanos en países desarrollados.
Las alteraciones de la microbiota intestinal, en este contexto, cada vez cobran mayor importancia en el desarrollo de estas patologías tan prevalentes. Por tanto, este nuevo conocimiento puede facilitar la prevención de muchas enfermedades. Enfermedades en las que se han observado alteraciones en la microbiota intestinal, desde el síndrome del intestino irritable hasta la enfermedad de Alzheimer.
«Sabíamos que el ejercicio y la microbiota intestinal tienen puntos en común de incidencia en patología y salud. Sin embargo, los mecanismos exactos a través de los cuales se define el efecto protector de las bacterias que pueblan nuestro intestino era más desconocido y nuestro estudio ayuda a entenderlo un poco más», destaca la investigadora.
Se ha descrito que el ejercicio regular, principalmente el ejercicio de resistencia o aeróbico, modifica la diversidad y abundancia de las bacterias del intestino. Estos cambios, independientes de la dieta, suelen revertir una vez que cesa la práctica regular de la actividad física.
Metodología y resultados
Los investigadores utilizaron 26 ratones sanos divididos en tres grupos: ratones sedentarios, ratones sometidos a entrenamiento de resistencia en una cinta rodante y ratones sujetos a entrenamiento de fuerza en una escalera vertical.
Con estos datos y en un ambiente controlado, el estudio permitió comparar la composición de la microbiota intestinal de los diferentes ratones. Los resultados revelaron que ambos tipos de entrenamiento modifican la composición de la microbiota intestinal en ratones.
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