La industria alimentaria se ha apropiado de estudios científicos para llevar a su terreno la nutrición en función de sus intereses, para así confundir a los consumidores. Este artículo pone de manifiesto los artificios de los que se valen estas empresas para engañar o hacer pensar al consumidor que sus productos son mejores de lo que en realidad son.
El progreso de la industria alimentaria hacia la elaboración de productos más sanos sigue siendo muy lento, lo que pone al descubierto que existe poco compromiso para mejorar la alimentación. Es más, la industria alimentaria parece la principal causante de perpetuar la demanda de alimentos ultraprocesados.
Pero ¿qué son los alimentos ultraprocesados?
Las bebidas y alimentos ultraprocesados se definen como productos con aditivos e ingredientes procesados industrialmente que se han descompuesto y modificado.
No son solo alimentos procesados con altos niveles de azúcar, sal y grasas, sino que también contienen ingredientes y aditivos que no son de uso común en la cocina casera; como sabores sintéticos, emulsionantes, aceites hidrogenados, etc. El papel de estos ingredientes suele ser: simular el sabor, textura o perfil nutricional de alimentos procesados mínimamente. También son diseñados para consumirlos fácil y rápidamente, promoviendo así su excesivo consumo.
Los productos ultraprocesados ahora representan casi la mitad de la ingesta alimentaria de algunos países desarrollados, con un consumo en rápido aumento en la mayoría de los demás países.
Estudios realizados en varios países sobre los efectos sobre la salud, han encontrado que una mayor ingesta de estos productos está asociada con el aumento de la incidencia de obesidad y algunas enfermedades crónicas. En países menos desarrollados, pueden incluso estar contribuyendo a múltiples formas de desnutrición.
La industria alimentaria legitima sus productos de forma engañosa
En 2015, el New York Times reveló que Coca Cola financiaba encubiertamente la Red Global del Balance Energético con sede en la Universidad de Colorado. Una red de investigación creada para promover el mensaje de que todas las calorías son iguales. Es decir, esta empresa estaba copiando y adaptando estrategias que han sido pioneras y perfeccionadas por el tabaco, el alcohol y empresas farmacéuticas para defender y promover sus productos.
Estas estrategias están diseñadas para producir e influir en el conocimiento científico y utilizarlo para evaluar, promover, legitimar y regular sus productos. Las industrias de alimentos ultraprocesados utilizan estas estrategias no solo para influir en el conocimiento nutricional de sus productos, sino también para dar forma a conceptos que enmarcan a los científicos y al público general sobre la comprensión de la comida y el cuerpo. Asimismo, pueden influir en la investigación nutricional a través de los tipos de estudios nutricionales que eligen no financiar, produciendo lo que podría llamarse sesgo de “no financiación”.
Corporaciones como Nestlé, Mars y Unilever han desarrollado sus propios sistemas de perfiles nutricionales, esperando claramente disuadir la elaboración de normas nutricionales independientes y obligatorias.
El Nutricionismo o Nutriente-centrismo
Las políticas y regulaciones actuales todavía se centran principalmente en nutrientes o ingredientes aislados, es una corriente denominada nutricionismo o nutriente-centrismo.
Mientras que los científicos especialistas en nutrición han cambiado su enfoque de los nutrientes a los alimentos, los patrones dietéticos y los entornos alimentarios; las industrias alimentarias, por su parte, han dado un paso adelante para convertirse en las principales promotoras y defensoras de este modelo centrado en nutrientes.
Lo hacen en parte por el peso de sus actividades de investigación científica y marketing que se centran en nutrientes o ingredientes individuales. Por tanto, continuamente dirigen y mantienen la atención del público en estos nutrientes y alimentos componentes.
Las empresas alimentarias venden sus productos como “altos” en proteínas, fibra, grasas omega 3 o antioxidantes, que implícitamente funcionan como declaraciones de propiedades saludables. Estas afirmaciones que nos venden están destinadas a producir lo que podemos llamar “beneficios imaginarios para la salud”, y mediante estas los consumidores formamos un vínculo entre nutrientes o componentes y sus beneficios para la salud. Es decir, incluir nutrientes “clave” es percibido como más saludable que comer alimentos completos; y nada más lejos de la realidad.
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En conclusión, la industria alimentaria pretende confundirnos, incluso engañarnos con sus estudios “científicos” basados en aspectos de dudosa procedencia; además de basarse en un modelo nutricional que se ha demostrado, a través de los especialistas en nutrición, que no es todo lo beneficioso que nos quieren hacer creer.
Si un producto te vende que lleva o está enriquecido con calcio, vitamina B12, potasio, omega 3 o similar, no es necesariamente saludable, así que es mejor huir de este tipo de alimentos procesados. Para estar sano es mejor comer alimentos completos y de verdad, aquellos precisamente que no necesitan anunciar sus nutrientes.
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