obesidad

El sobrepeso en ancianos es indicador de mejor salud

El sobrepeso en ancianos es indicador de mejor salud 1920 1271 Richard Vera

Recientemente se ha visto que el sobrepeso en mayores de 80 años está relacionado con una mejor salud.

El índice de masa corporal (IMC) es una medida que permite evaluar la concentración de masa en nuestro cuerpo y saber si tenemos un peso adecuado para nuestra estatura. Cuando la cifra de nuestro IMC supera lo que se considera un peso normal y entra en el rango de la obesidad o el sobrepeso, es más probable que suframos problemas de salud como enfermedades cardiovasculares o cáncer.

Sin embargo, un estudio publicado en la revista Nature Aging sugiere que es posible que esa conclusión no se pueda extrapolar a las personas de más de 80 años.

En el estudio, se observó a 27.000 individuos de más de 80 años, con una media de edad de 92,7 años. Para este grupo de población, el sobrepeso e incluso una leve obesidad se asocian a una menor mortalidad por todas las enfermedades, salvo las cardiovasculares. El IMC óptimo para la salud de los ancianos se encontraba entre los 26 y los 30,6 (cuando el sobrepeso comienza a partir de 25 y la obesidad de 29).

Asimismo, sería importante estudiar también los porcentajes de músculo y grasa en este tipo de población. Otros factores, como los efectos de la osteoporosis en las vértebras, pueden hacer que se pierda estatura con la vejez y eso podría explicar parte del incremento en el IMC en el grupo estudiado.

Otros estudios recientes sugieren que tener el colesterol o la tensión altos tiene una relación con mejor salud y supervivencia entre las personas más ancianas; algo que parece alinearse con estos resultados.

Conclusiones

Entre las explicaciones posibles a esta paradoja, señalan que el sobrepeso puede ser un indicador de un mejor estado nutricional que compensaría los riesgos de pesar demasiado. Y señalan que un exceso de grasa puede suponer una reserva energética protectora o el secuestro de toxinas en la grasa que aporte ventajas. Además, a partir de los 60 años el peso medio de la población tiende a reducirse debido a la pérdida de masa muscular, algo que puede explicar el empeoramiento de la salud.

Indudablemente, una buena alimentación y un programa de ejercicio adecuado para las personas de edad avanzada ayudan a mantener la masa muscular y la salud.

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Fuente:

https://elpais.com/ciencia/2022-04-25/un-estudio-indica-que-el-sobrepeso-en-mayores-de-80-anos-esta-relacionado-con-una-mejor-salud.html

La epidemia del siglo XXI: diabesidad

La epidemia del siglo XXI: diabesidad 1920 1280 Richard Vera

El término diabesidad fue acuñado por Paul Zimmet en el año 2001 y hace referencia a la estrecha relación entre el sobrepeso-obesidad y la diabetes. Ambas enfermedades están en aumento y se considera la epidemia del siglo XXI.

Se prevé hasta un 60 % de incidencia de la obesidad en algunos países occidentales. Además, en el mundo se calcula que 400 millones de personas padecen diabetes, de los que el 90 % son del tipo 2, y que alcanzará los 600 millones de personas en el año 2035. Los 55 millones de diabéticos que viven en Europa se convertirán en 70 millones en poco más de quince años. Es más, 8 de cada 10 diabéticos son obesos. Por tanto, la diabetes y la obesidad son dos epidemias gemelas, cuya prevalencia crece a un ritmo alarmante en todo el mundo.

Sin embargo, no se trata solo de un problema de adultos: las cifras en niños y adolescentes son alarmantes, ya que 1 de cada 10 adolescentes con obesidad mórbida es prediabético y el 1 % es diabético.

Esta combinación forma un cóctel explosivo

La obesidad no solo aumenta el riesgo de padecer diabetes tipo 2, sino también de hipertensión arterial, enfermedad coronaria, ictus, tumores, síndrome de apnea del sueño, depresión, etc. Asimismo, los diabéticos obesos suelen tener un perfil de síndrome metabólico y, por tanto, suelen tener dislipemia aterogénica con triglicéridos altos, colesterol LDL alto y HDL bajo. Todo esto condiciona un riesgo cardiovascular muy elevado.

Y es que la obesidad localizada a nivel abdominal produce adipocinas que dificultan la acción de la insulina, es decir, la llamada resistencia a la insulina que conducirá a la larga a la aparición de la diabetes tipo 2. También hay una gran liberación de sustancias proinflamatorias que llevan a una resistencia a la insulina endógena y con ello un estado de hiperglucemia y estado preinflamatorio. Además, la obesidad provoca mayor sobrecarga en las articulaciones, artrosis, esteatosis hepática, arteriosclerosis acelerada…

Toda esta evidencia nos lleva a considerar la diabetes tipo 2 junto con la obesidad como una sola enfermedad, y tratarlas de manera conjunta.

Soluciones

Los pasos iniciales en la terapia para la diabesidad se centran en la necesidad de un cambio en el estilo de vida, con un cambio en la dieta, un descenso en la ingesta de grasas saturadas y un aumento del ejercicio físico. Todo ello encaminado a conseguir un control o pérdida ponderal adecuados; también sería aconsejable el abandono del alcohol y el tabaco.

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Fuentes:

https://www.quironsalud.es/blogs/es/objetivo-peso-saludable/diabesidad-nueva-epidemia-siglo-xxi

https://elmedicointeractivo.com/diabesidad-combinacion-peligrosa-debe-controlar-20170203143930110254/#:~:text=El%20t%C3%A9rmino%20diabesidad%20fue%20acu%C3%B1ado,Ambas%20enfermedades%20est%C3%A1n%20en%20aumento

Comer por hambre o por placer

Comer por hambre o por placer 1920 1280 Richard Vera

Comer en exceso, ya sea guiado por el hambre o por el placer, generalmente conduce a la obesidad. Muchas veces comemos no porque tengamos hambre, sino por presiones sociales o porque la comida es tan apetecible que, aunque estemos llenos, solo queremos otro bocado.

La obesidad afecta aproximadamente al 42 % de los adultos en los EE. UU., según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Un artículo publicado en Neuroscience News nos habla de una investigación llevada a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de Baylor. En este estudio se investigó cómo el cerebro regula la alimentación provocada por el hambre u otros factores.

Se ha visto que la regulación de estos comportamientos de alimentación (comer por hambre o por placer) implica diferentes circuitos cerebrales

¿Qué significa esto?

El cerebro regula tanto la alimentación por hambre como por placer a través de neuronas productoras de serotonina en el mesencéfalo. Sin embargo, los diferentes tipos de alimentación están conectados por circuitos independientes que no influyen en el otro tipo de alimentación.

El equipo de investigadores identificó dos circuitos cerebrales distintos formados por neuronas productoras de serotonina en el mesencéfalo. Uno de los circuitos se extiende hasta el hipotálamo, mientras que el otro se proyecta hacia otra región del mesencéfalo. Estos circuitos juegan papeles muy distintos en la regulación de la alimentación.

Descubrieron que el circuito que se proyecta hacia el hipotálamo regula principalmente la alimentación impulsada por el hambre, pero no influye en la alimentación no impulsada por el hambre. El otro circuito que se proyecta hacia el mesencéfalo regula principalmente la alimentación no impulsada por el hambre, pero no el otro.

Otros resultados

Otra contribución significativa de este trabajo es la identificación de posibles dianas moleculares asociadas con los circuitos que podrían usarse para tratar la sobrealimentación.

Descubrieron que dos receptores de serotonina (2C y 1B) están involucrados en ambos tipos de comportamiento alimentario. Pero, por otro lado, identificaron otros canales iónicos que están asociados a los diferentes comportamientos alimentarios. Por ejemplo, el receptor GABA A, un canal de cloruro, se considera importante en la regulación de los circuitos de serotonina durante la alimentación impulsada por el hambre, pero no durante la alimentación no impulsada por el hambre. Y el otro es un canal de potasio que influye en la alimentación desencadenada por señales independientes del hambre, pero no por la alimentación impulsada por el hambre. Es decir, estos tienen funciones distintas en el comportamiento de alimentación, por tanto, también podrían ser candidatos objetivo para regular la sobrealimentación.

Estos hallazgos han alentado a los investigadores a realizar estudios futuros. Con el objetivo de identificar más moléculas que podrían modular la actividad de los canales iónicos para producir efectos contra la sobrealimentación.

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Superalimento capaz de disminuir la obesidad

Superalimento capaz de disminuir la obesidad 1920 1279 Richard Vera

Un estudio subraya el valor biológico y nutricional de este producto como superalimento. Este promueve la reducción sustancial del peso corporal, la resistencia a la insulina, la inflamación del tejido adiposo, y la mejora de la función vascular.

El superalimento del que estamos hablando es el aceite de orujo de oliva. Este aceite es rico en «compuestos triterpénicos» y el estudio revela el potencial de este alimento contra la progresión de la obesidad.

Para llevar a cabo esta investigación, se realizó una comparativa durante diez semanas en ratones con dos tipos de dietas: una dieta alta en grasas saturadas y otra, con el mismo aporte calórico, pero con aceite de orujo de oliva. Trascurrido este tiempo, se observó una disminución significativa del peso de los ratones alimentados con este superalimente respecto al grupo que se siguió alimentando con la dieta alta en grasa saturada.

Y no solo se redujo el peso corporal de los animales obesos, sino que disminuyó la grasa corporal, el tejido adiposo y la inflamación hepática, mejorando a su vez la resistencia a la insulina y la disfunción vascular asociadas con la obesidad.

Por tanto, se consideran unos estudios preliminares muy prometedores. Además, proporcionan una información muy importante sobre el uso tradicional del aceite de orujo de oliva como superalimento.

Sin lugar a dudas, los resultados revelan una nueva línea de investigación en el marco de la dieta mediterránea y en el manejo terapéutico de la obesidad y sus complicaciones.

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Fuente:

https://www.lne.es/vida-y-estilo/salud/2021/07/27/descubre-superalimento-capaz-disminuir-obesidad-14568448.html

La Alimentación Emocional

La Alimentación Emocional 1920 1280 Richard Vera

La alimentación emocional o comer emocionalmente consiste en comer (normalmente en exceso) en respuesta a emociones negativas.

Sobre todo, estas emociones negativas pueden ser ansiedad, estrés, miedo, tristeza, preocupación, inquietud, etc. Todas ellas nos pueden llevar a compensar o mitigar ese malestar a través de la comida. Esta manera de gestionar las emociones, por supuesto, no es la ideal ni para nuestro peso, ni para nuestra salud física, mental y emocional.

La alimentación emocional es un mecanismo de afrontamiento poco saludable que es difícil de controlar.

Alimentación Emocional

Existen numerosos estudios que examinan este fenómeno, pero este en concreto nos muestra lo siguiente: para algunas personas, la alimentación emocional contribuye al aumento de peso y dificultades para perderlo. Sin embargo, también hay muchas personas que se involucran en la alimentación emocional y mantienen un peso normal.

Veamos cómo podemos regular este mecanismo.

Los resultados de este análisis muestran lo siguiente: los participantes respaldaron el uso de actividad física, el control de sus conductas alimentarias y la participación en estrategias alternativas de reducción del estrés y afrontamiento para mitigar los efectos de su alimentación emocional y conservar su peso.

En conclusión, estos hallazgos tienen implicaciones para ayudar a los consumidores emocionales que tienen sobrepeso u obesidad a regular su peso y mejorar su salud a través del ejercicio, la alimentación consciente, la regulación de las emociones y otras estrategias de reducción del estrés.

Además, sabemos que el sobrepeso y la obesidad son problemas cada vez más comunes en la sociedad actual. Y parte de la causa es la mala gestión emocional que se hace (entre otras como el sedentarismo o la mala alimentación). Por tanto, es habitual comer emocionalmente y perpetuar un peso inadecuado para nuestra salud.

Más concretamente, hablaremos de la eficacia de la alimentación consciente para reducir la alimentación emocional.

Alimentación Consciente

Otro estudio propone un programa de alimentación consciente, con intervenciones basadas especialmente en el mindfulness, para reducir la alimentación emocional en adultos con sobrepeso y obesidad.

Este programa consta de múltiples ejercicios:

  • Prácticas de respiración.
  • Mindfulness y atención plena.
  • Aprender a distinguir la alimentación emocional de la alimentación física.
  • Atención a las señales corporales.
  • Toma de conciencia de las señales de hambre y saciedad.
  • Práctica de escaneo corporal.
  • Movimientos conscientes y elección consciente.
  • Disminución del ritmo de la alimentación.
  • Detenerse en medio de la comida.
  • Saber cuándo dejar de comer.
  • Autoaceptación y atención a nuestra voz interior.

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Obesidad, inmunidad y COVID-19

Obesidad, inmunidad y COVID-19 1920 1237 Richard Vera

La obesidad puede alterar la respuesta del sistema inmune a la COVID-19

Esto es lo que demuestra un reciente estudio publicado en la revista Endocrinology. De la mano de especialistas en inmunología e internistas de la Universidad de Michigan.

Obesidad

La obesidad o el sobrepeso provoca complicaciones en la salud. Entre las más conocidas están las enfermedades coronarias y accidentes cerebrovasculares (con su consiguiente hipertensión y altos niveles de colesterol), diabetes, apnea del sueño y problemas respiratorios, cáncer, etc.

Sin embargo, parece que la lista no acaba ahí. En el estudio citado anteriormente se ha visto una relación entre el exceso de peso y una respuesta inadecuada del sistema inmune.

Sistema Inmune

Nuestro sistema inmune nos protege y es el sistema de defensa del cuerpo contra las infecciones. Asimismo, el sistema inmune ataca a los gérmenes invasores y nos ayuda a mantenernos sanos.

La pandemia por COVID-19 ha obligado a los expertos a considerar el papel de la obesidad en la respuesta inmune a enfermedades infecciosas. Y, gracias a ello, hemos podido verificar que la obesidad altera nuestra forma de afrontar las infecciones.

Según los autores del estudio: «la obesidad es un factor de riesgo significativo para la enfermedad grave por COVID-19».

¿Por qué?

La obesidad puede provocar una respuesta alterada del sistema inmune. Esto hace que sea difícil combatir el virus. Debido principalmente a que los pacientes con obesidad experimentan un estado de inflamación crónica de bajo grado. Esta inflamación inducida metabólicamente que caracteriza a la obesidad tiene un gran impacto sobre la inmunidad innata.

Los hallazgos de este estudio ponen de manifiesto que:

Las respuestas inmunes irregulares causadas por la obesidad aumentan la probabilidad de sufrir una infección grave por coronavirus y pueden llegar a provocar lesiones graves en los órganos. Afectando, en general, a la capacidad de la persona para combatir el virus.

Por lo que hemos visto, tan importante es cuidar nuestro sistema inmune como alcanzar un peso adecuado. Para alcanzar ese peso ideal y a la vez cuidar nuestra inmunidad es fundamental una alimentación adecuada y saludable. Ponle remedio, ahora es el momento.

Entra en acción y empieza a mejorar ya tu salud.

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